Una dimensión es la amplitud determinada de frecuencias vibratorias, que producen en la materia un diseño particular de patrones biológicos. Cambia le frecuencia, y el cuerpo muta en forma correspondiente. Eso es lo que está ocurriendo con la vida en la Tierra, ya que estamos siendo bombardeados por energías de altísima frecuencia, procedentes del sol central galáctico, que es ese agujero negro que no solamente chupa, como hemos pensado hasta hace poco, sino que también emite rayos.
Entre los efectos inmediatos hemos notado cómo el tiempo se acelera cada día más. Hemos hablado la semana pasado de ello. Parece transcurrir más rápido porque nuestras células han acelerado su pulso, para adaptarse al incremento del pulso de la Tierra (frecuencia Schumann). Y de la velocidad de ese pulso depende nuestra percepción del tiempo.
El tiempo se ha estado acelerando y continuará haciéndolo en la medida en que nos aproximamos al momento crítico del cambio dimensional. Esa resonancia Schumann antes era una constante de 7,8 hertzios, ahora ha subido a 12, y tendrá todavía que elevarse a 13 hertzios. Cuando alcance ese punto, llegará el umbral donde nos estabilizaremos en una octava superior de frecuencia, y se iniciará otra etapa de la creación, en una realidad diferente.
Ahora vivimos la transición, entre el tiempo lineal que bien conocemos y el infinito del eterno “ahora”.
¿Qué nos ocurre físicamente, cuando se elevan las frecuencias de luz que recibimos? Un ser vivo recibe esa energía como nueva información, que molecularmente se codifica en el ADN y lo transforma. El primer paso de cambio es hacia el caos, porque el modelo anterior debe disolverse, antes de que se pueda manifestar lo nuevo. En el siguiente paso los patrones se reorganizan en un orden más complejo, produciendo organismos más perfectos.
Si tú eres de aquellos preocupados, porque tu energía opera con muchos altibajos, a veces precipitándote en un estado de intensa fatiga, y además oscilas emocionalmente entre la depresión y la euforia, ¡no!, no eres un psicópata bipolar. Simplemente todo tu cuerpo está tratando de afinarse a las nuevas frecuencias de luz. Igual que cuando vas a captar una emisora de radio, tienes que mover hacia adelante y hacia atrás la sintonía hasta captar un punto exacto, así ahora oscilas de un estado a otro, hasta lograr un equilibrio. Ese mismo proceso, físico y emocional, vuelve y fluctúa cada vez que la frecuencia del planeta se eleva un grado más.
Muchas personas, jóvenes y viejas, están presentando fallas de memoria. Esto se debe a la caída acelerada del campo magnético de la Tierra que produce ese efecto, porque el magnetismo es como el adherente que atrapa los recuerdos. Para poder asimilar lo nuevo, el disco duro de nuestro computador interno necesita ser apagado y luego reiniciado nuevamente. El nacimiento del hombre nuevo se dará en el momento en que el campo magnético de la Tierra alcance el punto cero. Sólo en esa circunstancia se hace posible completar la reconfiguración de todos nuestros patrones genéticos, y hacerlos aptos para la vida en una dimensión más elevada.
La remodelación del ADN produce oleadas de fatiga y dolor. Hay un periodo agudo, cuando las frecuencias más altas impactan nuestro cuerpo, seguido de un tiempo más suave de asimilación. Durante el ciclo agudo hay necesidad de dormir y descansar más. Hay que advertir que todos esos síntomas son temporales, durarán mientras la Tierra completa su trabajo de parto, y con ella pasaremos por un nuevo nacimiento a la quinta dimensión.
Si por ahora no puedes concentrarte en nada, comprende que tu cuerpo se está adaptando a los cambios de la Tierra, y tu cerebro y tu sistema nervioso están en reconstrucción. Es posible que los dolores del cuerpo se hayan intensificado, y sientas una punzada permanente en la base del cráneo y en las caderas. Tal vez, sin causas médicas exista molestia en las rodillas, las piernas y las articulaciones, y un calor interno recorra tu cuerpo produciendo vibración y una sensación quemante, de sudoración excesiva. Si tu corazón a veces acelera sus latidos sin razón, ¡Felicidades!, eso significa que ya estás activando tu cuerpo de luz.
La mejor forma de comprender este proceso es tomando en consideración que, a nivel molecular, el cuerpo físico contiene ondas de energía que responden de inmediato a la interacción con frecuencias más elevadas, adaptándonos a ellas haciendo cambios en nuestros patrones biológicos.
El proceso es simple. Las frecuencias elevadas, que están llegando a la Tierra, activan y aceleran la vibración de nuestras células, y ellas reaccionan irradiando calor hacia los espacios vacíos que las rodean. Esta implosión despierta algunos códigos dormidos del ADN, y expande la información nueva hacia los núcleos de otras células, las que también se activan. Así nuestro cuerpo es el escenario de una re-configuración en cadena, que resultará en una expansión de la conciencia, que corresponde a una forma material más sutil y más perfecta.
La conciencia es aquella posibilidad de comprender el sentido de la vida, según un determinado nivel de percepción. Para los ciudadanos de la Tierra, la interpretación de la realidad ha estado hasta ahora firmemente anclada en la tercera dimensión, o capacidad de percibir sólo una franja muy estrecha de la creación (el 10%), que fluctúa entre las frecuencias por encima del infra-rojo y por debajo del ultra-violeta.
Por eso el cerebro del hombre, que funciona como una caja de resonancia, ha activado sólo ese 10% de su capacidad, mientras duermen los 90% restantes de sus posibilidades, porque corresponden a frecuencias de otras dimensiones de luz para los que aún no estamos afinados a experimentar.
Lo que define cuál ha de ser la matriz de conciencia de una unidad, llámese planeta o ser humano, es la energía de luz que estamos capacitados para asimilar.
En la tercera dimensión percibimos la energía como dos ondas con propiedades diferentes: electricidad y magnetismo. La porción eléctrica provee la información de los códigos de creación, y la magnética es el aspecto que los estabiliza. En esta forma las dos polaridades actúan coordinadamente para mantener ese nivel de realidad.
Las frecuencias de luz se producen como pulsaciones, y el ritmo de las mismas condiciona los ciclos.
La Tierra, por ejemplo, es muy vulnerable a las emisiones electromagnéticas de las explosiones solares que recibe cada 11 años, cuando el sol completa un ciclo y pulsa.
También existen ciclos galácticos como lo han descrito los Mayas tan acertadamente, y cuando uno de ellos termina, nuestro centro galáctico pulsa, disparando energías de frecuencia electromagnética altísimas, que cambian las matrices de vida de toda la galaxia.
Estas frecuencias viajan como ondas, llevando paquetes de información nueva, que provocan un ordenamiento más complejo en todos los niveles, desde el solar y planetario, hasta el molecular, con el consiguiente salto cuántico en la apertura de conciencia y la evolución de la vida.
Sabemos que desde 1987 se ha incrementado en la Tierra el impacto de fotones de luz de altísima frecuencia, procedentes del centro galáctico.
También hay confirmación científica de que, tal vez debido a este bombardeo de energía, algunas constantes planetarias, como el magnetismo y la frecuencia de Schumann han estado cambiando. De hecho estamos ya muy cerca de un acontecimiento espectacular, que el hombre no conoce: se calcula que, antes de finalizar el año 2012, el magnetismo haya alcanzado el punto cero, y la resonancia base de la Tierra haya subido de 7,8 hertzios a 13 hertzios.
En el momento crítico en que esto suceda, tendremos la oportunidad de vivir un cambio dimensional que pondrá fin a nuestras limitaciones como seres humanos.,
El primer movimiento hacia establecer un nuevo orden es el caos y esto lo estamos experimentado ahora.
Todos los paradigmas existentes: a nivel de gobierno, las instituciones, las religiones y creencias, los sistemas sociales, familiares, de salud, etc., están resquebrajándose para finalmente sucumbir.
El tiempo se ha estado acelerando y continuará haciéndolo en la medida en que nos aproximamos al momento crítico del cambio dimensional. Esa resonancia Schumann antes era una constante de 7,8 hertzios, ahora ha subido a 12, y tendrá todavía que elevarse a 13 hertzios. Cuando alcance ese punto, llegará el umbral donde nos estabilizaremos en una octava superior de frecuencia, y se iniciará otra etapa de la creación, en una realidad diferente.
Ahora vivimos la transición, entre el tiempo lineal que bien conocemos y el infinito del eterno “ahora”.
¿Qué nos ocurre físicamente, cuando se elevan las frecuencias de luz que recibimos? Un ser vivo recibe esa energía como nueva información, que molecularmente se codifica en el ADN y lo transforma. El primer paso de cambio es hacia el caos, porque el modelo anterior debe disolverse, antes de que se pueda manifestar lo nuevo. En el siguiente paso los patrones se reorganizan en un orden más complejo, produciendo organismos más perfectos.
Si tú eres de aquellos preocupados, porque tu energía opera con muchos altibajos, a veces precipitándote en un estado de intensa fatiga, y además oscilas emocionalmente entre la depresión y la euforia, ¡no!, no eres un psicópata bipolar. Simplemente todo tu cuerpo está tratando de afinarse a las nuevas frecuencias de luz. Igual que cuando vas a captar una emisora de radio, tienes que mover hacia adelante y hacia atrás la sintonía hasta captar un punto exacto, así ahora oscilas de un estado a otro, hasta lograr un equilibrio. Ese mismo proceso, físico y emocional, vuelve y fluctúa cada vez que la frecuencia del planeta se eleva un grado más.
Muchas personas, jóvenes y viejas, están presentando fallas de memoria. Esto se debe a la caída acelerada del campo magnético de la Tierra que produce ese efecto, porque el magnetismo es como el adherente que atrapa los recuerdos. Para poder asimilar lo nuevo, el disco duro de nuestro computador interno necesita ser apagado y luego reiniciado nuevamente. El nacimiento del hombre nuevo se dará en el momento en que el campo magnético de la Tierra alcance el punto cero. Sólo en esa circunstancia se hace posible completar la reconfiguración de todos nuestros patrones genéticos, y hacerlos aptos para la vida en una dimensión más elevada.
La remodelación del ADN produce oleadas de fatiga y dolor. Hay un periodo agudo, cuando las frecuencias más altas impactan nuestro cuerpo, seguido de un tiempo más suave de asimilación. Durante el ciclo agudo hay necesidad de dormir y descansar más. Hay que advertir que todos esos síntomas son temporales, durarán mientras la Tierra completa su trabajo de parto, y con ella pasaremos por un nuevo nacimiento a la quinta dimensión.
Si por ahora no puedes concentrarte en nada, comprende que tu cuerpo se está adaptando a los cambios de la Tierra, y tu cerebro y tu sistema nervioso están en reconstrucción. Es posible que los dolores del cuerpo se hayan intensificado, y sientas una punzada permanente en la base del cráneo y en las caderas. Tal vez, sin causas médicas exista molestia en las rodillas, las piernas y las articulaciones, y un calor interno recorra tu cuerpo produciendo vibración y una sensación quemante, de sudoración excesiva. Si tu corazón a veces acelera sus latidos sin razón, ¡Felicidades!, eso significa que ya estás activando tu cuerpo de luz.
La mejor forma de comprender este proceso es tomando en consideración que, a nivel molecular, el cuerpo físico contiene ondas de energía que responden de inmediato a la interacción con frecuencias más elevadas, adaptándonos a ellas haciendo cambios en nuestros patrones biológicos.
El proceso es simple. Las frecuencias elevadas, que están llegando a la Tierra, activan y aceleran la vibración de nuestras células, y ellas reaccionan irradiando calor hacia los espacios vacíos que las rodean. Esta implosión despierta algunos códigos dormidos del ADN, y expande la información nueva hacia los núcleos de otras células, las que también se activan. Así nuestro cuerpo es el escenario de una re-configuración en cadena, que resultará en una expansión de la conciencia, que corresponde a una forma material más sutil y más perfecta.
La conciencia es aquella posibilidad de comprender el sentido de la vida, según un determinado nivel de percepción. Para los ciudadanos de la Tierra, la interpretación de la realidad ha estado hasta ahora firmemente anclada en la tercera dimensión, o capacidad de percibir sólo una franja muy estrecha de la creación (el 10%), que fluctúa entre las frecuencias por encima del infra-rojo y por debajo del ultra-violeta.
Por eso el cerebro del hombre, que funciona como una caja de resonancia, ha activado sólo ese 10% de su capacidad, mientras duermen los 90% restantes de sus posibilidades, porque corresponden a frecuencias de otras dimensiones de luz para los que aún no estamos afinados a experimentar.
Lo que define cuál ha de ser la matriz de conciencia de una unidad, llámese planeta o ser humano, es la energía de luz que estamos capacitados para asimilar.
En la tercera dimensión percibimos la energía como dos ondas con propiedades diferentes: electricidad y magnetismo. La porción eléctrica provee la información de los códigos de creación, y la magnética es el aspecto que los estabiliza. En esta forma las dos polaridades actúan coordinadamente para mantener ese nivel de realidad.
Las frecuencias de luz se producen como pulsaciones, y el ritmo de las mismas condiciona los ciclos.
La Tierra, por ejemplo, es muy vulnerable a las emisiones electromagnéticas de las explosiones solares que recibe cada 11 años, cuando el sol completa un ciclo y pulsa.
También existen ciclos galácticos como lo han descrito los Mayas tan acertadamente, y cuando uno de ellos termina, nuestro centro galáctico pulsa, disparando energías de frecuencia electromagnética altísimas, que cambian las matrices de vida de toda la galaxia.
Estas frecuencias viajan como ondas, llevando paquetes de información nueva, que provocan un ordenamiento más complejo en todos los niveles, desde el solar y planetario, hasta el molecular, con el consiguiente salto cuántico en la apertura de conciencia y la evolución de la vida.
Sabemos que desde 1987 se ha incrementado en la Tierra el impacto de fotones de luz de altísima frecuencia, procedentes del centro galáctico.
También hay confirmación científica de que, tal vez debido a este bombardeo de energía, algunas constantes planetarias, como el magnetismo y la frecuencia de Schumann han estado cambiando. De hecho estamos ya muy cerca de un acontecimiento espectacular, que el hombre no conoce: se calcula que, antes de finalizar el año 2012, el magnetismo haya alcanzado el punto cero, y la resonancia base de la Tierra haya subido de 7,8 hertzios a 13 hertzios.
En el momento crítico en que esto suceda, tendremos la oportunidad de vivir un cambio dimensional que pondrá fin a nuestras limitaciones como seres humanos.,
El primer movimiento hacia establecer un nuevo orden es el caos y esto lo estamos experimentado ahora.
Todos los paradigmas existentes: a nivel de gobierno, las instituciones, las religiones y creencias, los sistemas sociales, familiares, de salud, etc., están resquebrajándose para finalmente sucumbir.
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